Datos personales

Mi foto
Escobar, Buenos Aires, Argentina
Artesana en Macramé

"Diálogo con nadie" de Horacio Klappenbach

En este hablarle a nadie
-o tal vez sí, a otra tibia soledad que yo ignoro-
digo mi antigua sangre mordida por sucesos,
mento sus soterrados soliloquios,
acaricio por último sueños simples, heridos
por oscuros, pequeños episodios.

Entonces miro entorno -ese entorno querido
que amasó este cercano medio siglo que gozo-
y digo que no importa: lejos, afuera, a mi lado tal vez y ahora mismo
transcurre el prodigioso
tiempo que nos convoca
y aguanto, hago coraje y espero, todavía otro poco.
Yo sé que me acompañan esperas infinitas.
Pero como sucede que son míos los huesos que sostienen mis hombros,
que soy justamente yo mismo quien aguarda,
pido permiso, amigos, para un algo de agobio
saboreando -con un regusto a mate
de áspera quemazón en cada sorbo-
esta sombra de lenta tristeza, o mejor de callada
melancolía azul que casi nunca nombro.

Oh, no crean, no es mucho lo que reclamo. Y simple.
Unos metros cuadrados de reposo,
de paz no penetrada,
de hogar sin gestos hoscos.
Una zona más ancha de amistad suficiente
par blindar mis límites y hacer posible el odio
necesario y vigente -la cuota de combate
sin la cual no se puede querer al bien que invoco-.

Y luego, más allá de mí mismo, una cosa.
Alguien para este diálogo. Alguien concreto y cerca, dueño de su
contorno.
No los hombres, así -la Humanidad mayúscula y lejana-
o la que en otro tiempo se acuerde de nosotros.
Alguien aquí y ahora. Su mano que no sepa
cómputo ni estrategia, su puro humano soplo.
Solamente a través de cada hombre, amigos,
comprendo el dialogar sin orillas con todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario